21 feb 2012

La necesidad de hacer atractiva la profesión docente

Uno de los grandes problemas que existirán en las aulas de nuestro país a corto y medio plazo es la existencia de malos profesionales para impartir docencia a nuestras futuras generaciones.

¿Por qué esa afirmación, cuando se nos habla en los últimos tiempos de la dignificación de la función docente, de la selección de los mejores, de nuestra importancia para una mejora de la propia sociedad? 

No se trata de una afirmación gratuita, ya que a día de hoy y viendo lo que se avecina, optar por la función docente sólo puede darse por dos motivos (y siento la crudeza de dichos argumentos):
  • Haber estudiado una carrera universitaria (más o menos sencilla) donde su única salida profesional es la docencia. Aunque, a día de hoy, y con las limitaciones de la oferta pública de oposiciones, sea una decisión más que cuestionable
  • Ser un mal profesional, que ha estudiado una carrera universitaria donde se han estudiado unos determinados ítems y se han conseguido unas determinadas capacitaciones profesionales y, por motivos de no encontrar trabajo en su sector profesional se ven abocados, como salida, a la docencia
Estudiar una carrera universitaria (con todo el esfuerzo que ello supone, a menos que vayamos a alguna de esas Universidades que todos conocemos de “pay for title” -pago por título-) para acabar en una profesión tan poco atractiva en estos momentos como la docencia es un grave error.

Llegará un momento en que no se tratará de escoger a los mejores, se tratará de escoger a los mejores entre todos los peores y mediocres. ¿Cómo va a ser atractiva una profesión que se está haciendo cada día que pasa menos atractiva como destino profesional?

Antes, podíamos considerar en que se accedía a la docencia para conseguir un trabajo seguro, que permitía vivir (no bien, pero con las necesidades básicas y algún extra cubiertos), que era compatible con la familia y, que estaba reconocido socialmente.

Ahora nos encontramos, después de los últimos recortes, con un salario cada vez más menguado. No me extrañaría nada llegar, a medio plazo y si la situación no varía, a salarios mileuristas (aunque muchos docentes que trabajan actualmente a jornadas partidas ya saben lo que es eso), a dar cada vez más horas lectivas a nivel de fábrica con alumnos cada vez más heterogéneos (en necesidades y capacidades) y, con un prestigio social por los suelos. Además, a nivel mediático tal como se está considerando nuestra profesión, prefiero ni hablar.

En Finlandia, y eso que si seguís mis argumentaciones, sabréis que odio las comparaciones entre sistemas, quizás el salario no sea mayor que el de nuestro país, pero las posibilidades de promoción y reconocimiento social son infinitamente mejores. ¿Cómo podemos hacer atractiva una profesión mileurista para captar a los buenos profesionales? ¿Cómo impediremos que los mismos se vayan al sector privado, con mejores salarios y, tal como pintan las cosas, iguales horarios laborales? ¿Qué podemos ofrecer para hacer atractiva nuestra profesión?

No se trata de dignificar la profesión docente dotando de mayor autoridad al docente ni de palabras que digan lo buenos que somos. La profesionalidad se ha de pagar, y los buenos profesionales valen dinero y exigen buenas condiciones laborales. Para salir de la crisis necesitamos a los mejores y los mejores, en las condiciones que se prevén no van a dedicarse a la docencia.

Rectifiquemos antes de que sea tarde y sólo los inútiles opten a dicha profesión con las consecuencias que ello comportaría.

Fuente: XarxaTic


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